viernes, 29 de noviembre de 2013

Black Friday: el epítome de la cultura consumista

Tener para ser. La frase de cabecera de la era consumista en la que vivimos cobra un tinte exacerbado durante el Black Friday, una jornada de compras compulsivas impulsada por los precios rebajados de la mayoría de las tiendas de los Estados Unidos, el país consumista por excelencia. La excitación que genera el Black Friday es tal que hasta ha habido muertes por la estampida ocasionada por los compradores. Sí, pellízquense.

Que vivimos en una era consumista, no es novedad. Que la industria de la moda y la renovación de tendencias - el 'tener lo último' como premisa - fomentan el consumismo, tampoco. Pero hay que saber diferenciar entre consumo y el 'ismo' que deriva del término. El sociólogo Zygmunt Bauman en su libro Vida de Consumo explica: "Si se lo reduce a su forma arquetípica en tanto ciclo metabólico de ingesta, digestión y excreción, el consumo es permanente e inamovible de la vida y un aspecto inalienable de ésta. Se trata de una función imprescindible para la supervivencia biológica".

El consumismo, por otro lado, es cuando el consumo se torna "particularmente importante, por no decir central, en la vida de las personas, cuando se transforma en el propósito mismo de la existencia", cita Bauman a Colin Campbell. Además, Bauman aclara que mientras que el consumo es un rasgo y ocupación del individuo humano, el consumismo es un atributo de la sociedad.  

¿Qué nos lleva a ser consumistas? Por empezar, vivimos en una cultura 'ahorista', como bien explica Bauman. Esto significa que el aceleramiento rige nuestras vidas y el motivo máximo es "el apuro por adquirir y acumular. Pero la razón más imperiosa, la que convierte ese apremio en una urgencia, es la necesidad de eliminar y reemplazar". Una definición que fácilmente explica el por qué detrás de las tendencias en la moda. Hoy te digo que el amarillo es el color de la temporada, pero en seis meses hago que lo aborrezcas y que adoptes el lila. 

Está claro que el consumismo exacerbado genera varios problemas. Uno de los más importantes tiene que ver con los desechos, ya que como Bauman afirma, "en una sociedad de consumidores, la búsqueda de la felicidad pasa de estar enfocada en producir cosas o apropiárselas para enfocarse en su eliminación". Para decirlo de otra manera, el nivel de consumismo de una sociedad se puede medir por la cantidad de desechos que ésta genera. 

En respuesta a este consumismo exagerado, hace unos años podemos ver que en varios ámbitos - moda, arquitectura, mobiliario - se está instalando la idea del consumo responsable y del desarrollo de los materiales en forma sustentable. Hace poco, Levi's lanzó al mercado jeans hechos con plástico reciclado. Claro que el precio de venta de estos productos es mucho más elevado que uno hecho en China, pero esta nueva estirpe de productos apunta a un tipo de consumidor responsable que a la hora de comprar tiene en cuenta el proceso de elaboración. También podríamos ubicar esta nueva tendencia dentro del movimiento Slow Fashion, que fomenta la compra de prendas atemporales, de buena calidad, pensadas para durar toda la vida.

No quiero sonar pesimista, pero creo que pasará mucho tiempo hasta que recapacitemos sobre los estragos que el consumismo está generando. Yo también amo comprar, acumular, desechar, nací y crecí en una sociedad consumista. Por ahora, el bajo precio le gana a la producción responsable: el éxito comercial de grandes retailers como Zara, H&M y Uniqlo lo comprueba. La cara más oscura del consumismo quedó expuesta con el derrumbe de un taller de costura clandestino en Bangladesh este año. Lamentablemente, nada cambió desde entonces. 

Para lograr un cambio, empecemos por nuestro placard. Pensemos qué estamos comprando, cómo se hizo, en qué condiciones. Vayamos a ferias vintage, hagamos trueque de ropa con amigas, invirtamos en prendas hechas por diseñadores que siguen una ética sustentable.

Involucrémonos. 

Estampida humana generada por el Black Friday. 


La gente en los EEUU llega a acampar para ser los primeros en entrar a las tiendas. 


El frenético nivel de producción de Zara, también conocido como fast fashion, fomenta el 'úselo y tírelo'.










jueves, 21 de noviembre de 2013

¿Dónde está el trajecito rosa de Jackie O?

Pocos outfits son tan icónicos como el trajecito rosa que Jackie Onassis usó el fatídico 22 de noviembre de 1963, día en el que asesinaron a su marido John Fitzgerald Kennedy en Dallas, quien entonces era el presidente de los Estados Unidos. Mañana se cumplen 50 años desde el día que cambiaría el rumbo de una nación entera y ante la imposibilidad de saber quién fue el asesino, una pregunta frívola resurge: ¿dónde está el trajecito rosa?

Con el traje rosa aún manchado de sangre y con la mirada perdida, Jackie O acompaña a Lyndon Baines Johnson en su juramento como presidente de EEUU en una de las fotos más memorables de ese día. Los ojos del mundo miraban con lástima y empatía a la flamante viuda y todos se preguntaban qué sería de ella. Vale aclarar, aunque es información redundante, que el estilo chic y simple de Jackie la transformó en el  ícono de moda más popular en el mundo entero.

Cincuenta años pasaron y muy pocos han podido ver el mítico trajecito rosa. Según informa el Daily Mail, la ropa - con restos de sangre de JFK - y los accesorios que Jackie usó el 22 de noviembre, están guardados en una bóveda con control de humedad y forma parte de los Archivos de la Nación bajo estrictos cuidados de la familia Kennedy. Al parecer, recién en 2103 se podrá ver. El curador del Museo de Nueva York explica que de hacerse público, 'el traje produciría histeria'. Estoy de acuerdo con él.

Si bien el trajecito rosa es tan icónico como el vestido blanco de Marilyn Monroe, existe mucha información errónea sobre él. Por ejemplo, el conjunto no era un Chanel auténtico sino una copia muy bien lograda de la marca norteamericana Chez Ninon que valía aproximadamente 1000 dólares. Como ella era la primera dama de los EEUU, no era aconsejable que usara ropa de diseñadores extranjeros. A pesar de que el traje no era un Chanel original, la tela y los botones procedían del taller de Coco en Paris. Lo que hicieron en el país de Jackie fue juntar las piezas y ponerle una etiqueta diferente.

Según afirma el biógrafo William Manchester, el trajecito rosa era uno de los atuendos preferidos de JFK y fue él quien le pidió que lo usara. "En Dallas habrá muchas mujeres republicanas usando tapados de pieles y diamantes. Demostrales lo que es el buen gusto", le habría dicho JFK a su esposa, según informa Manchester en Buzzfeed. Jackie no se sacó el trajecito hasta la mañana siguiente, una vez que llegó a la Casa Blanca. Cuando lo hizo, la criada de la casa presidencial se lo entregó a la madre de Jackie, Janet Auchincloss. Nunca fue lavado ni alterado. Luego, se lo entregaron al Archivo Nacional.

Nunca más se supo nada de él.

El traje original fue diseñado por Coco Chanel en 1961.


El que usó Jackie O era una copia de la tienda norteamericana Chez Ninon.


Antes del fatídico día, Jakie ya había usado el mítico trajecito. 


Llegando a Dallas.


Minutos antes del asesinato.



Presenciando la jura de Lyndon B. Johnson.


Jackie se sacó el traje manchado de sangre al día siguiente.









martes, 19 de noviembre de 2013

Karl Lagerfeld filma el retorno de Coco Chanel

Hombre orquesta por excelencia, Karl Lagerfeld incursiona una vez más como director cinematográfico con un corto de 30 minutos que se presentará el 10 de diciembre en Dallas. El video trata sobre el retorno de Coco Chanel en 1954, luego de un intervalo de quince años en su carrera de diseñadora.

La hija de Charles Chaplin, Geraldine, encarna a una avejentada Coco de casi 70 años que a pesar de haber estado ausente del mundo de la moda por más de una década, vuelve al ruedo en el '50, una vez que la Segunda Guerra Mundial termina. Chanel regresa con un desfile que se llevó a cabo el 5 de febrero de 1954 a las 12 pm en la Rue Cambon, París, según afirma un artículo de Christina George. 

'The return' es el título del corto en el que Rupert Everett hace de un periodista norteamericano que entrevista a Coco e indaga sobre su juventud y su vejez. Karl Lagerfeld se encargó personalmente de imitar el estudio de la Rue Cambon en el que Chanel solía trabajar. Lagerfeld recreó a la perfección la mítica escalera de los espejos en la que Coco se escondía durante los desfiles.

"La prensa francesa fue más que cruel con ella", recuerda Lagerfeld, según especifica el diario The Telegraph. Geraldine Chaplin, la Coco ficticia, le dice a una de las costureras al finalizar el desfile de 1954: "fue un fracaso total. Todos la odiaron". El silencio reinaba en el salón de la Rue Cambon y los murmullos eran despiadados: "los diseños no tienen movimiento, y las telas son horribles". ¿Sería ese el fin de la carrera de Coco?

En ese entonces, el diseñador Christian Dior era el rey de Paris gracias a su osado New Look. Si bien las editoras de moda y las parisinas odiaron la colección de 1954, las norteamericanas se desesperaban por tener uno de los conjuntos diseñados por Gabrielle. "Gracias a que Estados Unidos la redescubrió, Chanel pudo seguir con su empresa. Asi que este video es un gran 'gracias'", dijo Lagerfeld desde su silla de director.

Además del genio creativo y de su gran talento para hacer ropa funcional y cómoda, lo más destacable de Coco Chanel fueron sus ganas incansables de seguir haciendo lo que mejor hacía: diseños pensados para liberar a la mujer. Tendremos que esperar hasta el 10 de diciembre para ver cómo el actual director creativo de Chanel representa la vuelta al ruedo de la imparable Coco.


Los personajes que participan en el nuevo corto de Lagerfeld. 


De fondo, Karl Lagerfeld dirige.


Geraldine Chaplin encarna a Gabrielle Chanel. 


Durante los desfiles, Coco se escondía en su icónica escalera de los espejos. 







jueves, 7 de noviembre de 2013

Maniquíes para todos y todas

Los que me leen saben que suelo hacer posts que hablan sobre la discriminación que ejerce el mundo de la moda en numerosas mujeres cuyas medidas corporales no se adaptan al 'ideal' impuesto por la industria. Hace poco escribí sobre la tiranía de los talles y cómo las marcas infringen la ley de talles que está en vigencia desde 2009 en la Ciudad de Buenos Aires.

En este contexto es fácil caer en la tentación de afirmar que nunca nada cambiará, pero noticias como la que hoy encontré refutan esta idea negativa. El diario The Huffington Post informa que la cadena inglesa Debenhams incluirá maniquíes de talla 16 - en Argentina sería un talle 44 - en su local de Oxford Street en Londres. Lo mejor de todo es que estos nuevos maniquíes no estarán relegados a una sección especial de tallas grandes, sino que estarán mezclados con sus compañeros, los escuálidos.

El director de Debenhams, Ed Watson, expresó que el objetivo es que otras tiendas imiten esta iniciativa. "La mujer británica promedio es talla 16, pero todas las tiendas usan maniquíes de hasta tres tallas menos. Hemos trabajado en este proyecto por tres años, y esperamos que haga sentir mejor a las personas con sus cuerpos. Pero lo más importante es que otras marcas nos sigan", dijo. 

Debenhams planea introducir maniquíes de talla 44 en los 170 locales que tiene en el Reino Unido. El artículo del Huffington Post cita un estudio cuyos resultados son reveladores: hay tres veces más probabilidades de que las mujeres compren ropa si ven que las modelos de X tienda tienen un tamaño corporal similar. Sería inteligente que marcas nacionales como Yagmour o Portsaid siguieran el ejemplo, ya que ofrecen talles grandes. 

No es la primera vez que Debenhams es pionera en fomentar políticas inclusivas dentro de la industria. Recientemente, lanzaron una campaña gráfica con mujeres con capacidades diferentes, mujeres de más de 60 años y mujeres de tallas grandes. Además, fue una de las primeras marcas en prohibir el retoque digital en las fotos. Debenhams sería algo así como el Che Guevara de la moda, ¿no?

Sin lugar a dudas, que se incluyan maniquíes de otros talles es una muy buena noticia. Es un primer paso, tímido y chiquito, hacia una moda más inclusiva. Debenhams es una de las pocas marcas que entiende que el camino del éxito se logra sólo si respetan a sus clientas. Ojalá no pase demasiado tiempo para que las marcas nacionales imiten esta iniciativa.  

Un hombre arregla la vidriera de Debenhams en Londres.


Los nuevos maniquíes estarán mezclados con sus colegas, los más flacos.