lunes, 22 de julio de 2013

La prematura muerte de las tendencias

"Siempre me he presentado como una enemiga de la moda. Los fugitivos caprichos de temporada son un elemento superficial, inestable, que choca con mis sentido de la belleza", sentenció en 1937 la diseñadora Madeleine Vionnet, conocida por sus vestidos de noche ligeros y simples, siempre haciendo uso del corte al bies.

Según el escritor François Baudot, sus diseños atemporales la convierten en la diseñadora de moda más respetada. Pero no me quiero detener en esto, sino en la inevitable fugacidad de las tendencias. Gracias a ellas, el mercado de la moda es uno de los más redituables, y es precisamente su corta vida la que logra este fenómeno. 

Un interesante artículo del diario español El País analiza el nacimiento y la prematura muerte de las tendencias. Allí se explica que una tendencia nace cuando un trendsetter la usa, luego por el fenómeno de imitación social - como bien especifica Frédéric Godart en su libro Sociología de la Moda - esa tendencia baja al público, y una vez que llega a todos, paradójicamente, muere. 

"Las tendencias que tienen mucho éxito, mueren rápido. Los que quieran estar a la última, huirán de ellas porque si ya lo tiene todo el mundo, no es moderno", resume un diseñador español en el artículo. Esto, que parece bastante obvio, no lo es para todo el mundo. Si no pregúntenle a las chicas que aún usan sus remeras con cruces y calaveras.  

Con esto no quiero decir que estoy en contra de las tendencias. Si bien no me compré nada en color neón - simplemente porque no me parece lindo - ni caí en la trampa de la repetida estampa de cruces, la verdad es que me he comprado alguna que otra prenda 'de tendencia' que ahora ya no uso. Un sweater con un tigre, por ejemplo. Me gustan mucho los grandes felinos, me parecen animales muy estéticos, y por eso sucumbí ante la tentación. 

Pero luego de ver que todas, absolutamente todas tenían prendas con una estampa felina, lo dejé de usar inmediatamente. No fue algo pensado, salió naturalmente y con esto no quiero dar a entender que soy una visionaria. Nada de eso. 

Tiene más que ver con estar convencida de que la diferenciación lograda a través de la ropa es uno de los elementos por los cuales amo este mundo. Cada prenda esconde una oportunidad de ser distinta si es usada como nosotros queramos y no como dictan las tendencias.

No quiero verme igual a la de al lado, me aburre, siento que es esconderse, uniformarse. ¿O me van a decir que no están cansadas de ver al ejército de chicas que visten calzas/minifaldas, plataformas ortopédicas y pelo larguísimo (usualmente con las puntas desgastadas)? 

Un pañuelo en la cabeza. Un maquillaje sofisticado un día de semana. Gafas de sol divertidas. Un blazer antiguo con incrustaciones. Mi chaqueta de cuero con flecos. Un sombrero. Una blusa con grandes hombreras y perlas. Unos aros vintage, únicos.

Pequeñas decisiones que me identifican y a la vez, me separan del resto. No quiero ser única, quiero ser yo.



'Esa perra me robó el look' 




La tendencia del tigre probablemente nació de la mano de Kenzo






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